miércoles, 21 de abril de 2010

Infamia en el bosque de Katyn

Hace 2200 años un célebre autor romano llamado Tito Maccio Plauto escribía estas líneas en su obra Asinaria, la Comedia de los asnos: "Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit", es decir “lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro”. Siglos más tarde el filosofo anglosajón Hobbes resumió la frase del dramaturgo romano:“homo homini lupus”, el hombre es un lobo para el hombre. La historia ha demostrado cuanta verdad había en esas palabras. Guerras, asesinatos, genocidios y un largo etcétera es ejemplo de ello.

Uno de esos sangrientos episodios de nuestro pasado reciente ha sido en buena parte eclipsado a causa de un trágico accidente. El pasado 10 de abril el avión que transportaba de vuelta a Polonia al presidente Lech Kaczynski y a varios miembros de su gobierno se precipitó sobre el cercano bosque de Katyn en la ciudad rusa de Smolensk. Todos fallecieron.

Y es que a veces la vida tiene un extraño sentido del humor pues justamente el viaje realizado por Kaczynski a Rusia tenía como fin la conmemoración del 70º aniversario de la matanza del bosque de Katyn aunque para entenderlo habríamos de retrotraernos hasta el año 1939.

Europa se encontraba en una situación de crisis desbordada, el crac de la Bolsa de Nueva York años atrás había desembocado en la Gran Depresión, y el paro, el hambre, la pobreza y la mendicidad afectaron a numerosos países como consecuencia de la interconexión de los mercados mundiales. Esta situación fue aprovechada por los grupos más radicales de la extrema derecha para conquistar el poder en países como Alemania. Fue éste país liderado por el Führer Adolf Hitler quién firmaría contra todo pronóstico el pacto Ribbentrop-Molotov con la Unión Soviética de Josif Stalin. Dos gobiernos totalitarios, uno fascista otro comunista, que, demostrando al mundo que los extremos políticos terminan por igualarse, terminaron por repartirse Polonia. El 5 de septiembre de 1939 se iniciaba la invasión sobre dicho país dando inicio a la II Guerra Mundial, el mayor enfrentamiento bélico de la historia de la humanidad.

El ejército rojo consiguió hacerse con el control parte del estado polaco iniciando una purga contra muchos ciudadanos, especialmente oficiales del ejército. Durante este proceso surgió la tristemente recordada figura de Lavrenti Beria, miembro del servicio secreto soviético por aquel tiempo llamado NKVD y uno de los más sádicos oficiales de Stalin. Fue él quien en una carta enviada el 5 de marzo de 1940 al propio Stalin propuso el exterminio inmediato de la élite polaca presa por los rusos. De esta manera desde abril a mayo de 1940, sin un juicio justo y bajo la producción masiva de certificados de culpabilidad, 22.000 ciudadanos polacos fueron fría y cruelmente fusilados por los soviéticos. El número ingente de cuerpos sin vida se convirtieron en un estorbo para los oficiales rusos que decidieron enviar a muchos de ellos al cercano bosque de Katyn en Smolensk.

Si vergonzoso fue el episodio no lo sería menos lo que vendría después. Como muchos sabéis los nazis, haciendo caso omiso del pacto del 39, comenzaron la invasión de la URSS en 1941 pudiendo ser testigos de los horrores cometidos por sus enemigos en Katyn donde las pequeñas fosas donde fueron enterrados los polacos crearon un autentico bosque de extremidades que sobresalían de una tierra manchada con el color rojo de la sangre derramada por los rusos. Joseph Goebbels, ministro de propaganda y uno de los ideólogos de la “Solución Final” contra los judíos, fue quién inició un cínico intercambio de responsabilidades sobre los crímenes de guerra de los soviéticos. El Komitern respondió a las acusaciones delegando la autoría de las ejecuciones a los alemanes mientras que las potencias aliadas occidentales, intentando no incomodar a su “amigo” Stalin al igual que ocurrió en la Conferencia de Múnich con el propio Hitler, hicieron oídos sordos a la barbarie rusa. Con el fin de la II Guerra Mundial y el control de Europa del Este por parte de la URSS, los rusos consiguieron mantener callados a los miles de familiares polacos que pedían incansablemente justicia por sus familiares desaparecidos mientras quedaban ocultas todas las pruebas incriminatorias en los archivos del Partido Comunista Soviético.

Pero el tiempo –casi- siempre pone todo en su sitio. La decadencia de la URSS en los años 80 con la perestroika y el glasnost (transparencia) de Gorbachov hizo que en 1988 el gobierno soviético admitiera abiertamente que su policía fue la causante de la tragedia de Smolensk, si bien la disculpa oficial tardaría 3 años en producirse, como si los dirigentes de aquel momento se dirimieran entre mostrar las vergüenzas patrias al mundo o mantenerse con la cabeza alta a pesar de las muchas crueldades realizadas desde aquella Revolución de 1917.

Hoy se sabe prácticamente todo sobre la tragedia de Katyn, una de las muchas injusticias del lado más salvaje e inhóspito de esta humanidad que lucha por sobrevivir contra ella misma. En el bosque de Katyn solo quedan recuerdos de lo que ocurrió como un hito que intenta advertir a futuras generaciones los errores de nuestros antepasados. Sin embargo atendiendo a nuestro presente, parece que el hombre no solo es el lobo para el hombre, sino que éste es además un ser con una frágil memoria.




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