viernes, 3 de septiembre de 2010

La venganza catalana

Corría el año 1291. Tierra Santa se había convertido en un hervidero de muertes, injusticias y guerras. Un rey idealista llamado Ricardo Corazón de León se aferraba a sus últimas esperanzas por recuperar la ciudad sagrada de Jerusalén de las garras del infiel Saladino, el gran adalid del Islam. Sin embargo, esta historia no se centra en dicha cruel batalla sino en un personaje que se vio envuelto en una época turbulenta, consiguiendo ser recordado hoy día por su bravura. Hablamos de Roger de Fleur (Brindisi, 1266), líder de la Gran Compañía Catalana, los Almogávares.

Como caballero de la mítica Orden del Templo de Jerusalén, Roger de Fleur recorrió toda Tierra Santa. Sin embargo su destino no le deparaba morir en aquel desolado territorio. A finales del siglo XIII, tras ser expulsado por los templarios de su orden tras el saqueo de San Juan de Acre, de Flor utilizó su gran capacidad combativa para convertirse en mercenario, alquilando su espada y astucia al mejor postor. Este no fue otro que el, por aquel entonces, rey de Sicilia Federico II, hijo del magno Pedro III de Aragón, llamado el Grande. Pronto sus cualidades como guerrero se hicieron notar, es por ello que Federico estableció a Roger como nuevo comandante de una tropa de choque peninsular, los almogávares.

Combatió Roger de Flor en disputas entre la Casa de Anjou y la Casa de Aragón que terminarón con el reconocimiento oficial de Federico II como rey de Trinacria (nombre usado en aquel momento para hacer referencia al reino de Sicilia.)
No obstante la victoria de su rey no tuvo las consecuencias esperadas ya que pronto los almogávares fueron vistos como un estorbo en Sicilia. Pero el destino nuevamente jugó su papel, y antes que el propio Federico II se enfrentará a ellos, el emperador de Bizancio, Andrónico II lanzó una llamada de auxilio a la compañia catalana.

El otrora poderoso Imperio Bizantino (recordemos, la mitad oriental del antiguo Imperio Romano) estaba a principios del siglo XIV en un proceso de decadencia. Ya pocos recordaban el momento en el que el emperador Justiniano volvió a denominar al Mediterráneo Mare Nostrum. Ahora los turcos otomanos se habían convertido al este en una seria amenaza al poder de Constantinopla. A sabiendas de dicha intimidación, el emperador Andrónico no escatimó recursos para contratar a las huestes catalanas, cuya efectividad estaba más que probada. El propio Roger de Flor fue recibido con honores en Constantinopla antes de iniciar una campaña en la que se enfrentaría con los principales enemigos de Bizancio, no sin antes acabar con los genoveses de Constantinopla. Huelga decir que las relaciones entre aragoneses, catalanes y genoveses no estaba pasando por su mejor momento en dichos tiempos. El resultado: 3.000 genoveses muertos, aunque la verdadera causa de dicha masacre aun se oculta en la neblina de la historia.

Así pues, no eran los almogávares el grupo más diplomático, pero lo que nadie puede poner en entredicho fue su capacidad de tornar a su favor las situaciones más conflictivas. Dicho y hecho, pronto las tropas comandadas por el ex-caballero templario consiguieron hacer retroceder de la frontera a los turcos otomanos, liderados por Osman I. Famosa fue la batalla de las Puertas del Hierro, una auténtica épica en la que los soldados almogávares en número de 8.000 aplastaron a todo un ejército de 30.000 turcos formado por jenízaros, el primer ejército permanente que sustituyó a los arcaicos y desordenados guerreros tribales.

Los triunfos se sucedían y el prestigio de Roger de Flor iba en alza hasta el punto que el emperador no le quedó más remedio que hacer valer con honores sus hazañas. De este modo le fue otorgado el título de megadux y caesar además de darle la mano de María, sobrina del basileus. Pero tantos halagos públicos para un extranjero que ambicionaba más honores y prestigios despertaron la envidia de Miguel, el hijo de Andrónico II y asociado al trono del Imperio Bizantino.

En abril de 1305, un gran banquete fue celebrado en Adrianópolis, Roger de Flor era el gran invitado del mismo, y el principal objetivo de sus enemigos. De este modo, el propio comandante y 130 de sus oficiales almogávares fueron asesinados a traición por los bizantinos, a quienes estaban apoyando militarmente. La ambición del proscrito del Temple y su cada vez más enaltecida figura en el imperio acabó con su vida.

Pero los bizantinos cometieron un error, uno de los más importante miembros de la tropa de choque catalana quedó con vida, Berenguer de Etenza que sin dudarlo se puso al frente del resto de almogávares para iniciar una campaña que transportaría a Roger de Flor y su Gran Compañia de Oriente a la leyenda y el mito. Un ataque, denominado Venganza catalana, que bajo la proclama ¡Desperta ferro! arrasó con las posesiones bizantinas en Grecia, consiguiendo establecer dos ducados independientes de Bizancio, Neopatria y Atenas, que pertenecieron al reino de Aragón durante 80 años.

El Imperio Bizantino tenía las horas contadas. Tras perder los territorios almogávares, el reino de Constantinopla quedaría a merced de los turcos otomanos mientras occidente observaba impertérrito como los infieles musulmanes devoraban los últimos restos de lo que fue la gran potencia cristiana oriental de los primeros siglos de la Edad Media. Entraría nuevamente aquí el secular antagonismo entre oriente y occidente, un conflicto que se remontar en los albores del tiempo, y que aun se mantiene vigorizado por el transcurrir de los años.



1 comentario:

  1. Artículo muy interesante, hacía tiempo que no publicabas nada. Te espero en mis blogs.
    un saludo!

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